Mi nuevo vecino es un idiota. Claro, es alto, moreno y guapo, y parece que podría aplastar una sandía entre sus musculosos muslos. Pero ha conseguido convertirse en mi enemigo número uno en las primeras cuarenta y ocho horas desde que se mudó al apartamento de al lado.

Puede que yo haya tomado represalias y haya empeorado la situación. No soy ajena a las venganzas y estoy decidida a hacer que él sea el primero en ceder.

Hasta que ve a mi exnovio infiel haciéndome pasar un mal rato fuera de nuestro edificio y se interpone para ayudarme. Si no fuera por las fotos que aparecieron en la prensa a la mañana siguiente, habría pensado que su acto de bondad no era más que un sueño febril. Pero mi cara está por todas partes, etiquetada como la nueva novia de la estrella de hockey Trenton Ward.

Ahora, la agente de mi gruñón vecino quiere sacar partido de esta historia. Al parecer, su imagen necesita una renovación. (No puedo imaginar por qué, con una personalidad tan encantadora). Acepto con la condición de que pueda utilizarlo como inspiración para la nueva novela romántica en la que estoy trabajando.

Juro que lo decía en sentido figurado cuando firmé el contrato.

Pero después de unas cuantas citas falsas y un beso que me pone los pelos de punta, Trenton se convierte en mi conejillo de indias experimental para todas mis escenas picantes. Puede que finja salir con uno de los mejores porteros de la NHL, pero de todas las cosas que hacemos, fingir no es una de ellas.

Solo que enamorarse no estaba en la letra pequeña.