Maggie Lydon va todos los días en autobús a su trabajo de limpieza. Es una existencia corriente hasta que se fija en él, sentado dos filas detrás de ella. No sabe su nombre, ni nada sobre él. Lo único que sabe es que él la observa y eso es lo más excitante de su semana.

Shay Riordan se fija en ella la primera vez que toma el autobús. Es cautivadora, una belleza que se mueve por el mundo como si nadie pudiera verla, pero está lejos de ser invisible para él. Quiere sentarse a su lado, presentarse, pero es difícil hacerlo cuando no puedes hablar.

Entonces, un viernes por la noche, ambos suben al autobús y un suceso inesperado sumerge a Maggie en el mundo de Shay, y a Shay en el de Maggie.

Cuando aceptó pasar su último verano antes de la universidad en la casa de sus primos en Irlanda, Charli Moretti nunca esperó conocer a alguien como Rhys Doyle. Fue el primer chico que le hizo palpitar el corazón, y aunque sus vidas siguieron caminos diferentes después de ese fatídico verano, siempre lo recordó como su primer todo.

Dieciséis años después, tras un tumultuoso divorcio de su marido maltratador, Charli regresa a Irlanda convertida en una sombra de la mujer que fue. La vida ha intentado romperla muchas veces, y ahora lo único que quiere es empezar de cero y recuperar la estabilidad. Trabajará como contadora en el hotel de su tío, pero lo que no sabe es que Rhys Doyle también trabaja allí. De hecho, es el jefe de seguridad, y ya no es el adolescente que conoció.

Con los rumores que circulan de que él y su prometida acaban de romper su compromiso, Charli decide que es mejor darle a Rhys su espacio. Ella sabe personalmente lo difícil que puede ser cuando termina una relación. El problema es que parece que no puede dejar de encontrarse con él, y cuanto más conoce al hombre en el que se ha convertido, más empiezan a volver esos viejos sentimientos.