Belle tiene el peor jefe del mundo. Así que cuando le piden que conduzca durante horas por una montaña nevada días antes de Navidad, no puede negarse. 

Probablemente sea lo mejor porque acaba de romper la costosa cafetera de la sala de descanso y no quiere estar cerca cuando la encuentren. 

Cuando el tiempo empeora, también lo hace su coche y termina en la cama de un desconocido. Una mirada al bestial dueño de la cabaña y Belle se replantea su necesidad de apresurarse a volver a casa.

Marley Jacobs está escondido en las montañas por una razón. Su rostro lleno de cicatrices asusta a la gente, y su malhumor no ayuda. Pero cuando una hermosa mujer irrumpe literalmente en su vida, la reclama como suya. 

Con una posesión que no sabía que era posible, se asegurará de que esté ligada a él de todas las maneras imaginables.

Tilly dirige la ferretería local en Cheerful y se ha ganado la reputación de no tener miedo de decir lo que piensa. 

Es una excelente manera de mantener a la gente alerta, y eso incluye al nuevo veterinario del pueblo.

Se ha mudado al otro lado de la calle, y algo en la forma en que le sonríe le revuelve el estómago. 

Cuando él sigue haciendo pedidos diarios para sus proyectos de renovación, ella comienza a preguntarse si es una excusa para estar a solas con ella.

Paxton solo tiene ojos para la pelirroja descarada del otro lado de la calle, pero cada vez que intenta hablar con ella, termina metiendo la pata.

Cuando una tormenta de nieve invernal azota más rápido de lo previsto, la entrega habitual de Tilly a su casa termina con ella atrapada por la nieve con él. 

¿Completamente sola, sin nada más que su desesperada necesidad de mantenerlos calientes? Parece la manera perfecta de sobrevivir la noche.

Molly dirige la panadería local en Cheerful, lo que significa que está constantemente ocupada. Si a eso le sumamos su incapacidad para defenderse a sí misma, tenemos muchas emociones fuertes reprimidas.

Cuando el hombre más gruñón que ha conocido literalmente destroza el pastel que ella intenta entregarle, todo lo que puede hacer es sonreír e

intentar no llorar. 

Lo que no espera es que el idiota gruñón la persiga y prometa compensarla.

Mucha gente le ha dicho a Noah que frunce el ceño demasiado o que es completamente grosero. No es su intención, pero tampoco suaviza sus palabras para ser amable. Es directo y conciso, y eso puede parecer un imbécil. 

No es hasta que a la panadera del pueblo se le cae un pastel en el porche que se da cuenta de su grave error. 

Con solo mirar a Molly, está dispuesto a hacer lo que sea para congraciarse con ella.