Harmon Keyes vive según un lema singular: la familia es lo primero, la justicia para todos. Es el credo que lo sostuvo cuando dejó las fuerzas especiales y fundó un  club de motociclistas formado por exmilitares. Allí, su credo lo llevó a poner en práctica sus habilidades únicas para corregir los errores que la ley había dejado  impunes.

Pero hay una injusticia que lleva años esperando reparar, y su nombre es Daria  Sinclair.

La familia es lo primero. El padre de Daria es el enemigo acérrimo de Harmon, el hombre que destruyó la vida de su hermana. Justicia para todos. Daria es su billete para la venganza, y su naturaleza inocente la convierte en el peón perfecto 

para su venganza.

Debería haber sido sencillo. No complicar las cosas, estúpido. Pero un beso es todo lo que hace falta para complicar su plan. Daria es pura tentación y confianza, y Harmon se ve enamorándose de la mujer a la que ha jurado odiar. Cuando llegue el momento de reclamar su venganza, Harmon tendrá que elegir entre mantenerse fiel a su credo o escuchar a su corazón.

El exsoldado de las Fuerzas Especiales Rhys Garrick fue entrenado Para esperar lo inesperado, pero cuando rescata a una hermosa mujer de unos peligrosos criminales, nada podría haberlo preparado para la increíble noche que siguió. Ni tampoco para la forma en que ella desapareció a la mañana siguiente.

Era lo mejor. Rhys no estaba dispuesto a cambiar la libertad de la carretera y su deber con los Vigilantes por una mujer. Así que se sumerge en los negocios del club hasta que su siguiente misión lo toma por sorpresa: Merritt Manning. El nombre en la orden de búsqueda no le resulta familiar, pero el rostro de la foto lo

ha perseguido durante meses; la mujer no es otra que la belleza de cabello negro azabache que lo tentó aquella noche. Y la buscan por asesinato.

Así que Rhys hace lo que mejor sabe hacer. Persigue a Merritt, esperando respuestas. En cambio, se encuentra con más preguntas y un deseo que no puede negar. Cuando ella se le escapa una vez más, está convencido de que es tan culpable como hermosa, y no volverá a dejarse engañar.

Cuando Rhys finalmente la atrapa para siempre, los sentimientos que comparten no son la única confesión que Merritt tiene. Su inesperada verdad lo cambia todo, incluido el veredicto por el que Rhys habría apostado su vida.

Darius Keyes aprendió por las malas que no se podía confiar en las mujeres.

Traicionado de la forma más peligrosa, abandonó el ejército con profundas cicatrices invisibles a simple vista. No necesita a ninguna mujer; su amante es su club de moteros. ¿Y quién necesita amor cuando ya está casado con la búsqueda de la justicia? Vivía en soledad, hasta que un caso en curso lo lleva directamente a la casa de Athena Holman, su novia del instituto.

Athena es tan hermosa como el día en que Darius le rompió el corazón. No puede creer que esté involucrada con un criminal, pero antes de que pueda enfrentarse a ella, un ataque repentino la deja indefensa en sus brazos.

En un instante, Athena queda temporalmente ciega y completamente vulnerable. Un garaje de motocicletas no es lugar para una mujer herida, pero Darius hará cualquier cosa para protegerla y expiar el daño que le causó en el pasado. Solo hay un problema: Athena no puede verlo y no reconoce su voz. Para ella, Darius no es más que el buen samaritano que le salvó la vida… y él no la corrige.

Darius sabe que hay límites que no se deben traspasar, pero cuando está cerca de ella, no puede mantenerse alejado… y ella no quiere que lo haga. La ternura se convierte en confianza. La confianza se convierte en contacto físico. Y el contacto físico le tienta a decirle la verdad: que no es ningún héroe, sino el hombre que una vez fue el villano de su historia.

Por desgracia, el destino no le deja otra opción. Alguien quiere matar a Athena y, para salvarle la vida, Darius tendrá que arriesgar su corazón y revelar el secreto que tanto ha luchado por ocultar.