Caos. Carnicería. Matanza.

Las tres C que completan mi vida.

Sé que matar técnicamente no empieza por C, pero ¿no sería mejor la vida si empezara por C? Igual que sería mejor si Satanás fuera mi novio, Papá Noel no fuera un gilipollas y yo no viviera debajo de un puente.

Deseaba que mi vida mejorara, pero no fue así. Me secuestraron, me vendieron, me volvieron a vender, me metieron en un juego mortal, me volvieron a vender y ahora vivo en el sótano de un asesino en serie.

Ah, y hay otro tipo aquí abajo que vive en una jaula y no habla. Le llamo Dead Man por sus ojos sin alma. Quiere besarme o estrangularme. No puedo decidir qué quiero más.

De todos modos, mi atractivo, tatuado, musculoso y loco captor irlandés piensa que podría ser una buena asesina a sueldo una vez que me entrene. Lo cual es un maldito insulto, por cierto, ya que ya soy la mejor asesina de la ciudad.

Pregúntale a cualquiera. Excepto a la policía. No les preguntes a ellos o me enviarán de vuelta a ese asilo espeluznante donde me dieron las píldoras locas.

Pero shhh, eso es un secreto.

¿Quieres saber otro? Me gusta bastante estar aquí. Cada día es anarquía y ese es mi sabor favorito.

Así que creo que voy a unirme al “The Death Club” y dejar ondear mi bandera friki.

Soy el príncipe de la muerte.

Un hijo del caos, nacido de actos oscuros y pesadillas llenas de pecado.

Nadie me comprendía... hasta que apareció ella.

Mi Spider.

Esa chica salvaje que rescaté de un mar de hombres violentos. Pero no soy el único que la desea...

Mis enemigos, escondidos en las sombras de mi propio territorio, buscan arrebatármela. Aunque sean mis prisioneros, tal vez ellos sean la clave para enfrentar mi mayor miedo. Porque la Parca me acecha en cada paso, y nunca aparta su mirada de ella.

Quizás la solución sea un círculo de guerreros que protejan a mi pequeña psicópata de las garras de la muerte.

Porque ahora que ha robado mi negro corazón, no puedo fallarle como lo hice en el pasado.