¿Conoces esa cita sobre la mayoría de las personas que viven vidas tranquilas y desesperadas? 

Bueno, eso me describe a la perfección.

Soy de mediana edad, divorciada, con una constitución como el tocón de un árbol y sin nada más que una fracasada carrera como escritora de novelas románticas que puedo considerar propia. 

Sí, nada de niños, nada de vida social y nada de mascotas, ni siquiera una chinchilla a la que saludar cuando entro por la puerta de mi cutre apartamento.

¿Lo único que tengo? Sobrepeso alrededor de mi cintura. Ah, y un hábito de nicotina que estoy tratando desesperadamente de dejar.

Cuando mi excéntrica tía Artemisa muere, dejándome su "castillo" en Vermont, empiezo a pensar que tal vez mi suerte esté mejorando.

Sí... no.

La propiedad, en la pequeña ciudad de Maplewood, es literalmente un castillo, pero no se parece a nada que puedas ver en Escocia. Esto es más como si la Inglaterra medieval tuviera una batalla con el Tarot y ninguno ganara.

Lo que significa que va a costar mucho venderlo.

¿Para empeorar las cosas? Hay un inquilino en el 'Castillo del Tarot' y no del tipo okupa, sino más bien del tipo cabra parlante. Bien, Rocco suena como un mafioso de Nueva York, lo cual es bastante irritante, pero agrega el hecho de que ahora soy responsable de él y no soy una campista feliz.

Y ni hablemos de la cabeza reducida, Yolanda, que literalmente ¡NO PARA DE HABLAR!

La única persona que puede ayudarme a darle sentido a mi nueva herencia es Luke Montgomery, propietario de la cafetería/librería de la ciudad. Luke es amigable, muy atractivo al estilo J. Crew, y también molestamente silencioso sobre el legado en el que aparentemente nací: algunas tonterías sobre ser una Hija de la Luna.

Y luego está Magnus Stormrider, mi autoproclamado guardián, que parece el hijo amado de Conan el Bárbaro y Fabio. ¿La mejor manera de describir a Magnus? Si el suelo se abriera y se lo tragara entero, no me importaría... ni por un segundo.

Según las interminables cartas póstumas de mi tía que siguen apareciendo literalmente de la nada, supuestamente estoy en el viaje de El Loco, la primera carta de los Arcanos Mayores del tarot.

Y eso es bastante apropiado porque si hay algo de lo que estoy segura es que, en primer lugar, fui la tonta más grande que jamás haya aceptado venir aquí...