Una vez leí que todo guerrero esperaba que una muerte honorable lo encontrara. Siempre fui a buscar la mía, pero ni siquiera la Parca me quería.

Fui entrenado para matar. Fui entrenado para no preguntar el motivo. Para recibir órdenes y marchar en fila.

Vida o muerte.

Montar o morir.

Y no me refiero sólo a los militares. Estoy hablando de la vida que me llevó por el camino a ninguna parte.

Mi vida.

Luché por mis hermanos.

Luché por mi familia.

Luché por mi país.

Y luché por ella...

Sin darme cuenta de que podría morir por ellos también.

Cenizas a las cenizas.

Polvo al polvo.

Y todas esas cosas.

Había matado. 

Me había sacrificado.

Los inocentes y los corruptos. Conocía la sangre y conocía la violencia.

Nunca imaginé que también podría conocer el amor.

Mia Ryder era una mujer para amar. Para apreciar. Para reclamar. Ahora, siempre, y todos los días de mi vida.

Si había alguien por quien me iría a pique, era por ella.

Incluso si eso significaba ir a la guerra con... mi hermano.