Con Roan fuera de juego, he tomado Croacia y Europa del Este. Ahora es el momento de tomar Italia también.

Sólo necesito deshacerme del Rey Calavera.

Qué mejor manera de lograrlo que usando a su hija en su contra, que casualmente vive aquí en París.

Pero mi problema se viene abajo en el momento en que pongo mis ojos en ella.

Ella es la solución perfecta a todos mis problemas. Todo lo que tengo que hacer es poner un cuchillo en su garganta para conseguir lo que quiero. El Rey Calavera cederá. Italia será mía.

Pero eso es lo último que quiero hacer.

Lo que realmente quiero hacer es hacerla mía.

¿Quién dice que no puedo tener ambas cosas?

Al menos hasta que descubra la verdad...

Sacrifiqué mi relación con Bartholomew para contarle la verdad a mi padre, y él me disparó.

Bartholomew lo sacrificó todo para salvarme, mientras que mi padre no habría dudado en matarme si no conseguía lo que quería. Tomé la decisión equivocada, perdí al hombre que realmente se preocupaba por mí, y no puedo vivir con las consecuencias.

Le ruego a Bartholomew que me dé otra oportunidad, pero mis súplicas caen en oídos sordos. Después de hacerle parecer débil delante de sus propios hombres, es imposible que me dé otra oportunidad. Debería ser capaz de confiar en su mujer, su otra mitad, de la misma forma que confía en sus hombres. Solo se aprecia algo cuando ya no está, y ahora me doy cuenta de que he perdido lo mejor que me ha pasado en la vida.

Ahora que ya no tengo nada que perder, decido acabar con mi padre yo sola. Coacciono a Victor para que me ayude, ya que me lo debe, y sé que la mejor manera de conseguir que mi padre baje la guardia es convenciéndole de que no tengo ningún vínculo con Bartholomew, comprometiéndome con Victor.

Las noticias corren rápido, incluso hasta París, y cuando entro en mi apartamento siento la hostilidad hirviente de mi antiguo amante antes de verle. La mirada de Bartholomew es mortal, sus celos como veneno en el aire.