Ángeles, demonios... el más allá.

Siempre había pensado que eran patrañas.

Hasta que todas mis creencias erróneas fueron demostradas por un exasperante y frívolo imbécil con cuernos que no tiene ningún concepto de los límites.

Invocarlo nunca fue el plan, sobre todo porque no estoy dispuesta a hacer lo necesario para enviarlo de vuelta.

Si algo he aprendido de Loch es que las ideas preconcebidas suelen ser falsas, y que la verdad es mucho más confusa que las fábulas.

La teoría del bien y del mal es errónea.

Nada es tan sencillo.

El único lado de la naturaleza humana que he encontrado es vil y perverso, depravado y cruel.

Sin embargo, Mishka no es ninguna de esas cosas.

Es una criatura insufrible y sarcástica que me hace cuestionar todo lo que sé de mí mismo.

Cuanto más tiempo estoy con ella en este mundo, menos desesperado estoy por volver al mío, lo cual es absurdo.

Soy hijo de Asmodeus.

Un príncipe engendrado por la lujuria para atormentar a los condenados.

El reino de los mortales no es mi lugar.